lunes, 5 de septiembre de 2016

El sujeto 19



Cuando despertó, todavía estaba allí. Sentado y encorvado como un buitre sobre un risco. Presentaba un mentón hundido que potenciaba cada rasgo del marchito rostro. El labio inferior, alejado de su homólogo prominente, colgaba tembloroso sobre la insignificante barbilla, que se hacinaba junto al pellejo cetrino que conformaba su cuello. El movimiento bamboleante de su cuerpo y la afilada nariz generaban sombras imprecisas sobre la deforme mandíbula, creando el efecto de una calavera incompleta. Aquella atroz microgenia habría conferido a su semblante un halo de infinita estupidez si sus ojos, saltones y ligeramente estrábicos, no rezumaran maldad e inteligencia a partes iguales. 

Carraspeó, replegando aún más el mentón.

—Volvemos a vernos, sujeto 19. —Su voz, de un inquietante timbre metálico, desgarraba el entorno aséptico de la sala—. Es el primero al que el suero R-A provoca la reacción esperada. ¿Qué recuerda?
 
El sujeto 19, confuso y asustado, trató sin éxito de incorporarse. Estaba amarrado a una cama de hospital.

—¿Dónde estoy? Me siento raro. ¿Qué me ha pasado? ¿Por qué estoy atado? —dijo con dificultad. Tenía la boca arenosa y su lengua no respondía adecuadamente a las órdenes mentales. El doctor se acercó a los labios un pequeño dispositivo y habló con una dicción pausada:

—Nota de voz 01/19: el sujeto articula de forma inteligible aunque dificultosa, debido probablemente a la ausencia de saliva. Muestra síntomas de desorientación e inquietud. Fin de nota. Le repito la pregunta, ¿qué recuerda?

Haciendo un evidente esfuerzo, el sujeto 19 trató de serenarse y pensar.

—No recuerdo nada con claridad, ni siquiera mi nombre, aunque tengo imágenes borrosas: unas tablas de madera, una celda, un billete de avión… Usted mirándome. ¿Qué significan? ¿Y por qué puedo mover mis brazos y piernas pero no los siento? ¿Quién es y qué me ha hecho?

—Nota de voz 02/19: el sujeto tiene irregularmente afectada la memoria episódica. Expresa reminiscencias que, aunque recientes, son difusas y están cronológicamente alteradas. Se analizará si este efecto secundario es producto de la isquemia o del suero. De sus sensaciones corporales se infiere la ausencia de nociceptores. Fin de nota. Soy el doctor West, creador del compuesto R-A, y voy a ayudarle a recordar:

»Se dedicaba a desvalijar viviendas. Era especialmente habilidoso, aunque la policía seguía sus pasos de cerca. Una noche, su suerte cambió. El dueño de la casa lo sorprendió, forcejearon y usted lo mató. Intentó huir del país pero lo interceptaron en el aeródromo. Permaneció en la prisión de Kingsport a la espera de juicio, el cual no se demoró. Lo condenaron a la horca. El día de la ejecución estuve en primera fila, atento al desarrollo de los acontecimientos. Afortunadamente, todo salió bien. Su cuello no se…

—¡Lo recuerdo! El verdugo activó la trampilla de madera, quedé suspendido en el aire sin poder respirar y me desmayé. Usted me observaba. ¿Fue en ese momento cuando me liberaron?

El doctor Herbert West lo miró con gravedad.

—No. Nadie lo liberó.